viernes, 11 de marzo de 2011

Política y Cultura




Para muchos intelectuales, hacer política es otra forma más de cultura. De ahí que hablen, siempre que tienen oportunidad, de ese compromiso con la causa que impregna o debe impregnar sus obras y que no debe faltar en sus actitudes, acciones e iniciativas. Suelen utilizar para ello todos los medios que la tecnología y las nobles artes ponen a su alcance y en los cuales la metáfora es recurso recurrente. Ejemplos conocemos por miles.

Suelen ser muchos de estos intelectuales poco amantes de las libertades y pocos entienden que la democracia, tal como sostenía Sartori, es un estado de opinión pública entendida desde el respeto, sobre todo cuando las situaciones o sucesos cuestionan sus más altas convicciones o les son desfavorables políticamente. Suele ser habitual en ellos caer en flagrantes contradicciones y proponer mesura de manera oportunista cuando, en algunas ocasiones, han reconocido públicamente fomentar el enfrentamiento.

Vivimos momentos convulsos, ciertamente. La posibilidad de ciertos cambios en las estructuras del poder se contempla en algunos sitios como un atentado a la verdadera democracia –la democracias son ellos, al parecer; por ello la advertencia permanente que hacen a los incautos que todavía mantienen puestas las anteojeras a recordar de manera sesgada la historia y a obrar en consecuencia-, a la llegada de otro cuatrienio negro de recortes de libertades -sic- que consignar en esos libros de Historia para adolescentes donde la demogogia y la mentira son tan habituales como dañinas; así que, entendidas y asumidas las condiciones iniciales, cualquier resquicio, sin menospreciar la manipulación, por el que atacar al enemigo en todas partes y desde todas partes sea reconocido como una gran y preciosa oportunidad.

Allá cada cual con su conciencia. Que la mía está muy tranquila. Nunca entendí mi paso por la vida o la internet –pese a manejar información que para sí hubieran querido otros medios más profesionales- como un medio para ajusticiar personalmente a nadie ni a ninguna institución privada o poner en el disparadero la labor de alguien que no ejerciera cargo público alguno. No sé si todos los que por la red de redes circulan podrán presumir de lo mismo.


P.D.: En ciertas cosas, querer es poder. Y si uno quiere, puede. Nada echo de menos otros medios y otros tiempos.

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