Escribió Edmund Burke que para que triunfara el mal sólo hacía falta que los buenos se mantuvieran quietos. Hombre leal y justo, jamás se le pasó por la imaginación lo que sucedería si los buenos más que estarse quietecitos acabaran colaborando con los facinerosos: la felonía no entraba dentro de sus formas de conducta. Esto último parece ser el motivo esencial para que San Sebastián haya sido designada Capital Europea de la Cultura en detrimento de ciudades como Córdoba, que los que tenían que mantenerse quietecitos para que el jurado evaluara en base a criterios culturales han puesto su granito de arena para que motivos políticos hayan desestabilizado la decisión.
Lo que más me indigna es tener que leer a ese coro de plañideras pesoístas clamar contra el jurado. Si tuvieran decencia, mañana mismo presentaban la dimisión o bien se la pedían a Zeta y Rubalcaba. No caerá niguna de esas dos brevas. Pero nos está bien empleado, al fin y a la cabo cada pueblo tiene lo que merece. Y nosotros nos merecemos ser el culo de España como hoy, una vez más, ha quedado acreditado.
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