¿De qué se quejan? ¿Acaso ellos, los positivistas, no consideran que las leyes no son en sí mismas, buenas o malas, justas o injustas, sino válidas o inválidas, según sean dictadas por autoridad competente, de acuerdo a los procedimientos legalmente establecidos? ¿No confeccionan las leyes que les convienen o les parecen adecuadas apoyados en mayorías parlamentarias que les sirven de coartada y refugio ético?
Pues ahora en Galicia hay una autoridad legítima emanada de un proceso democrático que es respaldada por el apoyo mayoritario de los ciudadanos.
Todo ello sin entrar en ninguna consideración más. Que se podría (y debería hacerse).
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