Jaime Gonzalo exponía que prefería los Stones a los Beatles porque de los primeros jamás se adaptarían canciones para las liturgias católicas, no en balde las huestes de Jagger y Richards confesaban tener simpatía por el diablo y eran mundialmente conocidos como Sus Satánicas Majestades.
Yo creo que ni el león es tan fiero como lo pintan ni los Rolling son tan demoníacos como ellos pretenden hacernos creer. Estoy convencido de que cuando llegue su hora y se postren ante el Altísimo pidiendo clemencia -bonito es Jagger para soportar malos ratos- canciones como ésta serán tenidas en cuenta como atenuantes. Y si no pasan la criba y los mandan al purgatorio, yo rezaré por ellos, cada tarde del año al son del majestuoso Exile on Main Street. Al infierno no pueden ir, son demasiado buenos para que un Dios justo cometa semejante fechoría.
Oh yeah.
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