Bildu, progreso según el marco progresista
Vía la muy progresista Rtve
Desde hace años llevo esperando algo que nunca sucede y que probablemente no vean mis ojos: la rebelión de los profesores de Lengua y Literatura a propósito de la corrupción que del lenguaje hacen los políticos y los creadores de opinión al modo que el CSIC sale a refutar opiniones que tienen que ver con la ciencia; al cabo, ¿qué valor tienen hoy los significados de las palabras? Suspender a un alumno por la ortografía y por no saber analizar una frase cuando los que nos gobiernan utilizan las palabras a conveniencia para aprobar leyes que determinan la vida de millones de ciudadanos me parece una hipocresía insoportable. Sabemos que la primera orden dictaminada por los regímenes totalitarios es prostituir el lenguaje, laminar el significado de los conceptos, y si no al menos buscar el marco ideológico que ponga las palabras al servicio de la política. Como sostiene George Lakoff en No pienses en un elefante, el concepto de verdad es un mito de la Ilustración cuando no un absoluto proporcionado por la Religión, ya que la verdad, para ser aceptada, tiene que encajar en los marcos de la gente. Si los hechos no encajan en un determinado marco, el marco se mantiene y los hechos rebotan. Así, al parecer, funciona el cerebro según los últimos avances en neurociencia.
Y esto es lo que viene haciendo la Izquierda en España desde siempre para alcanzar y mantenerse en el poder. El paradigma concluyente es su palabra fetiche: Progreso. El Progreso lo tolera y rentabiliza todo. Lo mismo sirve para blanquear a un terrorista que para justificar un golpe de Estado. Lo mismo para promocionar el aborto libre que para acabar con la libertad de los padres a elegir la educación de sus hijos y para hacer que haya españoles esclavos de las doctrinas liberticidas y desiguales ante la ley. Progreso es tanto subir como bajar los impuestos de la misma forma que es de progresistas considerar la Nación Española un concepto discutido y discutible sometido a almoneda. Hasta tal infinito puede llegar a flexibilizarse que Progreso también es construir y gestionar una residencia con fondos públicos, pues hacerlo de otra manera, aunque sea más rápido y económico, es la reacción, el antipatriotismo. Progreso ha sido la Andalucía imparable con un 30% de paro y con una corrupción a espuertas. Progreso, progreso, progreso.
Sánchez, en el pleno de su investidura, por muy amoral que sea, no hace otra cosa que practicar las recomendaciones de Zapatero y las enseñanzas del profesor de Ciencia Cognitiva y Lingüística de Berkeley: poner las palabras al servicio de la ideología y utilizar los marcos adecuados para sostenerse en el poder. Porque no toda la culpa es suya.
(Coda: "Las palabras como formas para construir ideas no sirven para nada, se han quedado obsoletas. Ni crean absolutos en los que cimentar una conducta ética ni combaten eficazmente esas formas de hacer política de las que tanto se lamentaba nuestro futuro Concejal de Cultura de que pusiera en práctica su ahora compañero de gobierno. Es la mayor y peor herencia que nos lega El Adolescente, muy por encima de la miseria económica: el triunfo del relativismo como filosofía del comportamiento". Las palabras, al servicio de la política, agosto 2011.)
(Coda: "Las palabras como formas para construir ideas no sirven para nada, se han quedado obsoletas. Ni crean absolutos en los que cimentar una conducta ética ni combaten eficazmente esas formas de hacer política de las que tanto se lamentaba nuestro futuro Concejal de Cultura de que pusiera en práctica su ahora compañero de gobierno. Es la mayor y peor herencia que nos lega El Adolescente, muy por encima de la miseria económica: el triunfo del relativismo como filosofía del comportamiento". Las palabras, al servicio de la política, agosto 2011.)
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