Hace ya diez años, en el fanzine Serie B, a mi amigo Cecilio Sindi el indie y a mí nos tocó hacer uno de estos in/out que gustan publicar las revistas de tendencias acerca de un suceso noticiable abordado desde dos puntos de vista, uno a favor y otro en contra. El tema era evaluar musicalmente qué fueron los noventa y hacer un juicio comparativo con épocas pretéritas. Recuerdo que en aquel up&down yo destacaba la irrupción del trip-hop bristoliano en la escena, sobre todo porque el género había devuelto al indie el interés y el respeto por la voz humana, mayormente, femenina.
Hoy, leo en una crítica del concierto de Tricky en el Actual que lo mejor de él fue la hermosa voz de Franky Riley, al parecer, toda una revelación, que Tricky, desafiando el prohibicionismo, se fumó un petardo, probablemente de maría, en el escenario que hubiera hecho tambalear al mismísimo Marley y que sin las portentosas cuerdas vocales de Riley aquello hubiera sido un caos humedecido por los aires de los Suicide de Martin Rev y Alan Vega.Y es que hay cosas que están por muy por encima de las modas, las frivolidades y los caprichos
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