De manera lamentable, la marabunta nos impide observar los detalles, que, como en el cine, muchas veces valen por toda la obra. Como, según me cuentan, sucedió en el pleno extraordinario de ayer, que la gresca, los injustificables y antidemocráticos pésimos modos de algunos o muchos y la irresponsable y partidaria gestión del alcalde en funciones -o lo que fuera- acabaron por enmascarar el valor de una decisión que no por esperada resultaba menos trascendente: el voto de IU ante la moción de censura contra Baldomero García presentada por PSOE y CDeI.
Manuela se abstuvo cuando debió votar en contra si hubiera sido honesta con su propio argumento al ser entrevistada por los medios de comunicación locales: la moción no era tal, no podía serlo porque el tiempo dictaba la imposibilidad metafísica. Y allí, en el pleno, no se juzgaba si Baldomero había jugado con fuego o si se mostró incapaz y soberbio para alcanzar mayoría, sino si procedía desalojarlo del sillón apenas transcurrida una decena de días desde que tomara el mando al quedar demostrada su incompetencia en la tarea de gobernar. En definitiva, si había motivo para hacerlo.Y se pongan como se pongan los adláteres, oportunistas chaqueteros y áulicos del nuevo gobierno y aquellos tuertos que ven con solemne claridad lo que en otros sitios callan y dudan, motivo no había ni medio.
Pero aun así, quedándose a la mitad con calculada y pericial estrategia, en estos momentos de estragos, de rescates de dobermans audiovisuales e indignas alarmas ante el fascismo que llega, que la única formación de IZQUIERDAS de nuestro pueblo se haya negado a apoyar un esperpento invita a pensar que, aparte de desmontar ladrillo a ladrillo todo el entramado propagandístico que pretende hacer del suceso una cuestión de simple y maniquea confrontación izquierda-derecha, aún hay decencia y sentido común en las filas del denominado progreso. No es la primera vez que IU lo demuestra. No es la segunda vez que IU deja al PSOE con las (des)vergüenzas al aire.
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