¿Qué apostamos a que estos chicos tan indignados y a la vez tan bizarros y lógicos no se comen un colín en las próximas elecciones? Y eso que uno diría que los indignados se reproducen por esporas. Vamos, que parece que además tienen el don de la ubicuidad y se presentan allí donde supuestamente hacen falta, sea en un desahucio o a la puerta de un parlamento, cual Super Héroe con hiperactividad.
(Coda: De la indignación al asco sólo hay un paso.Pura tautología. Pero lo único que los indignados han demostrado con toda su pueril escenografía ha sido una espectacular falta de imaginación y una ingenuidad rayana en lo morboso. Tan modernos que se creen, y qué antiguos. Si todo lo que se les ocurre es desempolvar toda la imaginería de la que El Corte Inglés de la izquierda lleva lustros viviendo, y que en su torpeza las Galerías Preciados de la derecha nunca han sido capaces de conjurar, esa precocinada fantasía que todavía apela a la falacia poética sesenta y ochista, incluyendo sus más desternillantes eslóganes, las asambleas bizantinas y el no nos moverán, mejor que ahorren sus energías para otros festivales, por ejemplo Benicássim o Primavera Sound. Les sacarán más partido. Jaime Gonzalo, Ruta 66, julio 2011)
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