lunes, 7 de marzo de 2011

Avergonzados de/por Zapatero

¿Por qué Zapatero es tan mal presidente del Gobierno?



En una tertulia radifónica, un señor comenta que no hay que hacer caso a las encuestas que dan casi seguro ganador al PP en las próximas elecciones generales porque a su juicio hay mucho votante pesoísta desencantado que siente vergüenza de afirmar ante el encuestado que su voto irá a parar al partido socialista obrero estando de la manera que está el país debido a la catastrófica gestión zapateril.

Puede que al contertulio no le falte razón, pues algo parecido sucedió con Felipe González hace ya muchos años: que muchos simpatizantes pesoístas votaron con la nariz tapada debido al pestilente olor a paro, corrupción y crímenes de Estado que destilaba España.

De lo que no hay duda es que algunos no nos equivocamos un pelo con este señor. Pero ni uno solo.


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¿En qué se parecen un pez descerebrado y un presidente del Gobierno de España?

04/01/07 | Antonio Jimeno Márquez. Plaza Pública.

Que somos animales es conocido e indiscutido por todos. Pero lo que a lo mejor no sabe tanta gente es la similitud que hay entre un político y un pez. Incluso entre peces descerebrados y presidentes del gobierno de nuestra nación.

Estos días me ha venido a la memoria algo que leí en un librito muy ameno y didáctico titulado El elogio del imbécil, librito que no hace mucho comenté por aquí en relación a una información publicada en el diario Córdoba .


En este pequeño e interesantísimo ensayo acerca de la disminución de la inteligencia y el aumento de la imbecilidad en el homo sapiens sapiens, Pino Aprile, el autor, sostiene que "el incapaz, en la fase de expansión de sus competencias, ejerce una fascinación irresistible. Las masas lo adoran y lo siguen incondicionalmente en cualquier aventura que se le ocurra".

Para llegar a esta afirmación se basó en un sencillo estudio etológico del brillante investigador Erich Von Holts, que examinó el comportamiento de unos peces pequeñitos que se desplazan en bancos en busca de comida:

"De cuando en cuando, uno de ellos se aleja del grupo y nada por su cuenta, en una dirección distinta. No elige un camino mejor: es probable que por allí no haya comida, incluso puede que se oculte un predador. Antes de continuar el pez independiente se vuelve para comprobar qué hace el grupo: si los otros lo siguen en cantidad suficiente, él, animado, prosigue. En caso contrario regresa a al banco. Es éste un modo de comportamiento típico de los animales que viven en manadas”.


Como podrán apreciar, el comportamiento del pez y del político se asemeja, en este particular, como dos gotas de agua. Baste hacer notar la importancia que dan los políticos a las encuestas de intención de voto, a la fortaleza de sus socios en el parlamento y a la experiencia inmediata.

Pero no siempre el político,al igual que el pez, se deja llevar por la opinión mayoritaria o la experiencia más saludable para su supervivencia. No. Ni mucho menos. Volvamos al trabajo del eminente etólogo recogido en nuestro ensayo sobre la inteligencia.

"Von Holts extrajo de un ejemplar la parte anterior del cerebro, en la que se localizan las funciones que gobiernan las actividades sociales, de grupo. El pez siguió comportándose e exactamente igual en todo, salvo cuando se separaba del grupo; entonces no se daba la vuelta para observar las reacciones del banco. Seguía adelante, sin vacilación".

Y todo el grupo lo seguía. El único pez sin cerebro se había convertido en el jefe indiscutido. Y precisamente como consecuencia de su defecto.


Curioso comportamiento que obligó a Caprile a certificar, sin reparo alguno, igual que hiciera el propio Oliver Cronmwel hablando de sí mismo, que “Nadie tiene tanta determinación como el que no sabe adónde va. Pero antes o después, el pez descerebrado llevará al grupo hasta la boca del predador. Y entonces ocurrirá la tragedia. Pese a todo siempre habrá alguien que diga: "Qué gran líder era aquel pez. Si no hubiera sido por ese único y fatal error".


Exacto, nada más demostrable en la política reciente de este país que todavía se hace llamar España: El descerebrado como líder supremo de una masa social, ciega y acrítica, que se resiste a cualquier contacto con la realidad. Parafraseando a la inversa a los Monkees, soy un soñador, un visionario capaz de cambiar el mundo, y todo el mundo me entiende. Y me sigue. Para qué cambiar.

Ya tuvimos que soportar los delirios de grandeza de otro presidente no hace mucho. Ahora que rulen los sms, que todo es comportamiento social animal de grupo. E imbecilidad.

El error es contumaz. No hay peor ciego que el que no quiere ver. No future, que dirían los Sex Pistols y el mismísimo Pino Aprile.


Dios Santo.

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