Es de una comicidad tan infinita como insultante que uno de los máximos responsables de que España esté, con casi cinco millones de parados, al borde de la quiebra económica y de que, después de casi 30 años en el gobierno autonómico, Andalucía haya sido incapaz de converger en la mayor parte de los estándares de calidad respecto de la media de sus equivalentes nacionales se dedique a impartir lecciones sobre eficiencia económica y se postule como salvador de esta tierra nuestra de encinas y piedra y cal.
Dice, hablando de él y los suyos, que son diferentes. Como si no lo supiéramos ya: iguales sólo deberíamos serlo ante la ley, aunque algunas, en escandalosa connivencia con algunos, se empeñen en demonizarnos a los hombres y ponernos bajo sospecha sólo por el mero hecho de contener una pareja de cromosomas XY. Porque, efectivamente, no todos somos capaces de votar con los pies o a manos llenas -según escriben por ahí-.
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