Son ya muchos años los que han pasado desde que Bertrand de Jouvenel escribiera que cuanto más se considera el problema, más claro se hace que la redistribución es no tanto una redistribución del rico al pobre cuanto una redistribución de poder del individuo al Estado para que este haga y deshaga a conveniencia de manera arbitraria.
Ejemplo palpable de la aseveración del francés nos lo ha presentado la Diputación de Córdoba en el escaso periodo de un par de días al dotar a la VI Feria de Municipios con 107.000 euros mientras que sólo ha destinado 10.000 a subvencionar la Feria Agroganadera sin qué sepamos los motivos de semejante desproporción entre otras cosas porque quizá ni existan. Es lo que hay y poco más puede decirse que no hayamos dicho ya cientos de veces.
En cambio, lo que sí puede decirse es qué diablos van a decir ahora aquellos políticos que tanto han hablado de subvenciones y gaitas a los colectivos y al tejido productivo y tal y tal al comprobar que la Diputación dota a una feria de campanillas con cuatro perras mientras se gasta la pasta gansa de manera potente en una feria de chichinabo que necesita gratuidad en el transporte para que asista el personal y que no logra la implicación de la empresa privada a pesar de casi regalar el precio de los stands.
Y es que aquí después de esta decisión de la Diptuación algunos deberían hacer tanto ruido con sus quejas como los municipales con las suyas. No los oiremos.
P.D: A ver, no acabo de entender las quejas de Confevap más allá del agravio comparativo. ¿Acaso necesita la organización una ayuda a la fotografía de 36.000 euros en un presupuesto de 430.000? ¿Va a quedar herida de muerte la feria por esta decisión institucional? ¿No va siendo hora ya de acabar con este tipo de subvenciones?
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