Pese a la insistencia del zapaterismo en cambiar sus significados al modo Lakoff, los conceptos han resistido. Nada queda ya del llamado proceso de paz con la ETA y la nación discutida y discutible. Nada queda del insufrible republicanismo cívico del inane Pettit y del talante. Nada queda de si subir o bajar los impuestos, aumentar la edad de jubilación y bajar los sueldos a los funcionarios es de izquierdas.
Como ya nada queda de Zapatero, exiliado por los suyos y detestado por la gran mayoría de los españoles. De momento, queda en pie España, aunque endeudada hasta las cejas, intervenida de facto y rota por sus cuatro costados. Una palabra, España, que dicha en boca de este señor debe ser considerada toda una blasfemia.
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