La verdad, asistí, por encima de todas las cosas, con la intención de encontrarme a Susana, la del blog Siete Villas, aunque tenía claro que la probabilidad de hacerlo era idéntica a encontrar un microbio en una disolución concentrada de hipoclorito sódico. Y así ocurrió, que me quedé con las ganas, lo que, bien pensado, es lo más oportuno: Susana seguirá conservando ese halo de misterio que la hace tan sugerente y de nuevo tendré un aliciente añadido cuando se decida organizar otra redada.
Fui también, claro, por supuesto, para reencontrarme con algunos amigos y hablar de lo nuestro. Y lo nuestro dio para lo que dio, para abundar en lo evidente y para proponer iniciativas que siendo convenientes para nuestra tierra jamás pondrán en práctica los poderes públicos. No digo yo que nosotros seamos capaces o tengamos ganas de hacerlas, no llego a tanto, pero lo que tengo meridianemente claro es que si no las logra la iniciativa privada no las van a lograr aquellos que ostentan un cargo político o su horario es de ocho a tres.
En fin, en este un, dos, tres, está casi todo lo que aconteció. Ah, y en la próxima ya hablaremos del acta.
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