Si hace una década -joer, qué rapido pasa el tiempo- los publicistas de Evax se hacían, y nos hacían, la estúpida pregunta de a qué olían las nubes, yo hoy me pregunto, igual de manera estúpida, de qué sirven unas firmas.
El curso de la historia reciente de este pueblo ha sido indiferente a la recogida de firmas: de nada sirvió el hecho de presentarlas por miles para que se televisaran los plenos, se consiguiera la alineación o para que Benito permaneciera como alcalde de Pozoblanco.
Que sea para bien (y así lo entiendan todos).
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