martes, 14 de septiembre de 2010

Banderitas españolas



Todos conocemos de qué manera se han engalanado balcones, establecimientos y monumentos a propósito de la participación de la selección española de fútbol en el último campeonato del mundo. Con el triunfo de La Roja -sustantivo muy del gusto de la Izquierda-, la bandera roja y amarilla constitucional ha pasado de ser, para muchos, una rémora franquista a convertirse en un símbolo orgulloso y patriótico necesario de enarbolar.

Pasado un tiempo, pasada la fiebre por lo español, sería oportuno comprobar qué ha quedado de todo aquello. El año pasado, como en los anteriores, tan sólo en la caseta de feria del PP podían verse las banderitas españolas a modo de decoración. Me juego diez contra uno a que este año vuelve a suceder lo mismo. Y es que algunos aún sienten vergüenza de airear y compartir la enseña que todos nos hemos dado y que a todos nos une; no es de extrañar por tanto que sus cerebros, a modo de justificación, caigan en la disfunción de considerar que son los otros los que se apoderan ideológicamente de ella.



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