No sé si será porque el lobby feminista ha colocado también sus tentáculos en el star system hollywoodiano o porque es verdad que tiran más dos tetas que dos carretas, pero vergüenza da ver cómo se les dedica un biopic a las cañeras The Runaways mientras se le condena al más clamoroso de los olvidos a quien fuera su descubridor, el incalificable -dicho sea como un gran cumplido- Kim Fowley. Porque comparar la carrera de estas foxy pre riot girls californianas con el muñidor, entre otros grandes logros musicales, del calificativo teenage head que sirviera como título para el himno grooviano es tan sangrante para el segundo como hacerlo entre las carreras universitarias de Angela Merkel y Pepiño Blanco.
Y es que al tipo que aseguró hace cuarenta años que en la década de los ochenta los chinos invadirían América -¿o era al revés?- no hay que dedicarle un biopic ad hoc, sino una soap opera de al menos 200 capítulos. Merecido lo tiene.
P.D.: Pierdánse en la web de este caradura, abandónense sin echarle cuentas al tiempo, escuchen el más genuino e impagable rockandroll...
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