Escribe Nozick que la muerte se vuelve real para una persona después de la muerte de ambos padres. Hasta entonces, había alguien que debía morir antes; ahora que nadie se interpone entre esa persona y la muerte, le toca el turno suponiendo que la muerte respete una fila, claro.
Lo que no dice es que una persona entiende que se está haciendo vieja cuando, por ejemplo, una de sus hijas le supila el mp3 y borra todas sus canciones para grabarse sus favoritas de Bisbal, Selena Gómez, Lady Gaga o Miley Cyrus. Esa sensación de tirar para carrozón que espanta la he tenido yo esta tarde al colocarme los auriculares del cachivache para cumplir con el sagrado rito de fregar la platos tras la comida del mediodía [*] y comprobar cómo cualquiera de los temas del primer disco de Cheap Trick ha sido sustituido por el Silencio del ricitos de Almería.
No le he echado la bronca porque, tras el primer momento de indignación, me he sorprendido restregando los platos con el estropajo rebosante de fairy a la par que meneando el culo al compás del triunfito como cualquier deshinibida cuarentañera cubata en mano durante jacarandoso bodorrio pueblerino.
[*] Ya quisiera yo ver a muchos sedicentes progresistas de este pueblo planchando, limpiando los cuartos de baño, preparando la cena y realizando otros menesteres domésticos como me veo yo casi a diario.
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