Ah, casi lo ideal: un local cerrado, coqueto y pequeño, excelente servicio de bar, una banda polimórfica in black con ganas de agradar y un público hasta los topes que mueve los pies al compás de la música mientra esboza una sonrisa de complicidad en cada rostro pidiendo más.Sí, faltaron el humo y una pequeña pista de baile para alcanzar la perfección que un grupo de segunda fila es capaz de ofrecer, pero, qué caray, como dirían los Stones, no siempre puedes tener todo lo que quieres. Y menos por dos míseros euros y sabiendo que el humo ciega los ojos.
El feeling de los legendarios circuitos de pubs británicos de los setenta donde actuaban personajes como Doctor Feelgood y más tarde los Pogues debió asemejarse a lo vivido el viernes pasado en la Casa del Pozo Viejo.
Coastline Dixielanders: Dixieland in Tarugoland. Seguimos bien.
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