Nunca he asociado el circo con la alegría. No sé, quizás sea porque siempre fui cuando sus tiempos de esplendor hacía mucho que se habían extinguido y todo me parecía pobre y triste. O por esas pelis donde debajo del disfraz del payaso sufría un hombre solitario y atormentado que intentaba huir de sus recuerdos.
Hace poco tuve que asistir a una reunión profesional donde se proyectó un vídeo de El circo de la mariposa con la clara pero inconfesada intención de conmover. La persona que la conducía intentaba convencer al auditorio de lo que era capaz de conseguir el grupo si se facilitaban las condiciones oportunas, pretendía hacernos ver que el grupo hace al individuo. Yo saqué otra conclusión y así se lo hice saber: la superación personal beneficia al grupo cuando el individuo es consciente de su responsabilidad y se esfuerza por mejorar su calidad de vida y apuntalar su futuro.
Quizás las dos conclusiones sean perfectamente compatibles. La cuestión radica en cuál de las dos cosmovisiones debe ser la subordinada. Y a mí no me cabe la menor duda. A JFK, tampoco.
Por cierto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario