Confieso que sucumbí al hype y me descargué Youth & young manhood confiando en echarme a la cara, al menos, unos nuevos Black Crowes. Me encontré lo habitual por estas fechas, es decir, tres o cuatro canciones decentes que no pasarían de sobrantes en cualquier trabajo menor de gente como Lynryd Skynryd, The Georgia Satellites o Black Oak Arkansas.
Aún sabiendo que el combo de los Followill es carne de MTV y dieta para aficionados despistados y/o hipotensos, una reseña de su último disco en la prensa de papel seria -citando como coartada la pasión de uno de los chicos por el loser Townes Vand Zant- y ciertos babeos de amigotes en el facebook me han hecho volver a ellos.
El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Así que, a grandes males, grandes remedios: suene la música sureña, empapada o no de Stones, como Dios manda.
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