Aunque Antonio Merino -de nuevo operativo- tenga motivos para quejarse, tanto lo del mirador de Dos Torres como lo del ordenata de Momblona tienen arte para regalar: el supremo arte de la propaganda.
Había que gastarse las perras a la keynesiana forma; y hacerlo pronto para colocar el cartel a mayor gloria de nuestro Pequeño Timonel, el gran valedor de la señorita Trini. Si no fuera por Zetapé no se movía un ladrillo en este pueblo, les hemos oído decir por aquí a quienes, probablemente, no se pusieron en huelga el 29-S porque quizás consideraban, como el pope Solana, que ahora se está haciendo en economía lo que hay que hacer.
Como vender el coche para comprar gasolina. O peor.
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